13 de agosto de 2010

Recuerdo...


Recuerdo una época no muy lejana, en la que un día se arreglaba con un simple gol. Recorrer un campo de fútbol sala imitando a mi ídolo, besando un anillo que en mi mano aún no existía, me hacía completamente feliz. Era como si hubiera marcado él, porque yo llevaba su camiseta, porque intentaba pelear cada balón imitando su espíritu, nunca daba un balón por perdido por lejos que estuviera, porque al final dejaban de llamarme por mi nombre para llamarme ‘Raúl’. Aquello me llenaba de orgullo.
Cuantas veces intenté marcar de ‘vaselina’ como él, era mi jugada favorita. Tenía éxito en muchos de mis intentos. Hacía algunos pinitos al estilo Ronaldo (el brasileño), intentando regatear al portero en un mano a mano, pero no era mi especialidad, no era la especialidad de Raúl.
Era diestro cerrado, solo utilizaba la izquierda para apoyarme y para algún remate forzado, como Raúl que es zurdo cerrado y la derecha la tiene para hacer ‘Aguanises’.
Mientras duraba el partido nada más existía a mí alrededor. Solo me importaba ganar y si podía marcar 7 goles mejor que 6.
Era esa época en la que llegaba a mi casa después de jugar al fútbol con mis amigos y entonces me sentaba en el sofá para ver con mi padre a mis magos favoritos.
El mundo se paraba de nuevo, daba igual que tuviera un examen al día siguiente (normalmente ya tenía la lección aprendida jaja) o los ‘problemas’ que me rodearan. Ya nada importaba, porque era noche de Champions, y por nada del mundo quería perderme el himno. Era uno de los momentos más especiales del partido, ver como se agitaba en el centro del campo ese balón lleno de estrellas que hoy es el símbolo de la Liga de Campeones.
Yo sabía que era un privilegiado por vivir en esa época en la que el Real Madrid había conquistado 3 Ligas de Campeones en 5 años. Sabía que toda esa magia algún día desaparecería, todo tiene fecha de caducidad. Pero me dediqué a disfrutar mientras pude.
Ver a los Casillas, Roberto Carlos, Mc Manaman, Morientes, Raúl vestidos de negro en París, o verlos vestidos de blanco sin publicidad ninguna en la camiseta en el mítico estadio de Hampden Park fue una experiencia única.
El ‘7’ no se cansaba de acaparar trofeos, Pichichis de la Liga Española, Pichichis de la Liga de Campeones, Galardones al mejor delantero de la Liga de Campeones. Yo sabía que era el mejor, y disfrutaba con él. Por entonces eran pocos los criticaban su olfato a la hora de cazar balones sueltos dentro del área.
¿Porque me remonto casi una década atrás para escribir estas líneas? Pues simplemente porque fue una de las mejores época de mi vida, y por muchos Cristiano Ronaldos, Kaka’s o Benzemas (futbolistas a los que admiro y respeto mucho) que vengan, ninguno de ellos me hará sentir como me ha hecho sentir Raúl.
Podrá parecer una tontería para los que no aprecien el fútbol. Pero a mí el fútbol siempre me ha dado la vida, y Raúl siempre ha sido la razón por la que late mi corazón. Siempre será el héroe que me marcó el camino a seguir. Gracias Rulo.

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