30 de marzo de 2012

Cuando dos goles de Raúl son poco y mucho

Ayer el Athletic venció al Schlake 04 en su casa gracias a remontar un partido que ya antes había remontado el equipo local. Los leones no hicieron el partido que se esperaba de ellos. Tampoco el Schalke 04. El Athletic no dominó el partido pero sí acabó rugiendo. En los últimos minutos del partido, los españoles encarrilaron la eliminatoria mientras los mineros veían como se les escapaba un partido que podrían haber matado minutos antes. Los de Gelserkirchen merecieron mucho más. Los dos goles de su capitán, también. Crearon ocasiones, mantuvieron el balón en sus pies, jugaron al fútbol como no habían hecho en todo el año... pero el resultado acabó por no acompañar al sueño de los mineros.
El Rey León adelantó a los suyos, pero justo un minuto después, Raúl puso las tablas en el marcador. Los locales siguieron haciendo su partido, encerrando a los leones en la jaula de su área, dónde Raúl volvió a aparecer de la nada, como ya nos tiene acostumbrados a muchos. Lo que si dejó con la boca abierta fue como el siete, justo antes de acabar la primera mitad, hizo un caño que Fernando Llorente. No, no reabriré debates absurdos sobre la Selección. Raúl no hace esas cosas para ganarse ningún puesto o reconocimiento, Raúl hace lo que hace porque juega así, porque el fútbol sale por cada uno de los poros de su piel. Raúl ya no tiene que demostrar nada a nadie. Raúl sigue siendo futbolista porque tiene la ilusión de un debutante.
Pero para aquellos a los que se les llenaba la boca diciendo que Raúl solo la había empujado, olvidando lo difícil que es aparecer en el área pequeña entre dos defensas y ser capaz de rematar, el siete, capitán del Schalke 04, decidió aparecer para remontar momentáneamente el partido. Desde fuera del área, sin dejar botar el balón, el lanzamiento de Raúl fue directo a la red del Athletic. Cómo quien no hace nada extraordinariamente grande, Raúl se besó el anillo y siguió a lo suyo, ronzado el hat-trick en varias ocasiones.
Pero el marcador no aumentó por parte del Schalke 04, sino del lado de los visitantes, que volvieron a casa más que satisfechos.
Más que satisfechos estaban hasta entonces, y aún continúan así, los raulistas que ya dan la vuelta al mundo. A sus pies. A los pies de un ídolo. No hay mejor lugar en el que estar.
Los dos goles de Raúl fueron contrarrestados por los del Athletic de forma injusta y cruel. Merecieron mucho más. La cara de Raúl lo decía todo. Tristeza. Pena. Resignación. El partido acabó sin dar más opciones a los mineros, que incluso habían estrellado la última ocasión en el palo de la portería. Con el brazalete en su brazo izquierdo, dio la mano a su rival, al cuarteto arbitral y a sus compañeros. Y a su afición. Que ya no sabe que hacer para agradecer el 'Señor Raúl' todo lo que hace.
Dentro de una semana los mineros viajan a Bilbao para intentar remontar una eliminatoria que Raúl nos hizo acariciar. Difícil, pero nunca imposible. El muerto, el que nunca hace nada, está en las filas del Schalke 04 y sigue aumentando su leyenda. No hay nadie con más goles que él en Europa, desde ayer dos más. Y junto a sus compañeros, que ayer demostraron que son mejores, rugirán en San Mamés hasta agotar la última esperanza de este sueño llamado Europa League.
Quizá el sueño se acabe en estos cuartos, pero los dos goles de Raúl no se borrarán. Otra noche mágica de este jugador al que ya pueden llamar MITO. Un ejemplo para todos, compañeros y rivales. Un 7 que sigue siendo el orgullo de muchos, que ayer alzaron su nombre, de nuevo, hasta lo más alto. Me incluyo. Porque una derrota nunca nos dio tanto. Tanto amor, tanta gratificación. Dos goles que ayer nos hicieron vibrar a muchos, soñar a tantos. Dos goles de Raúl. Dos más. Y si no se acabaran nunca, me convertiría en la persona más feliz del mundo. Como me sentí ayer, como me siento ahora, como me llevo sintiendo desde hace tantísimos años. Me siento RAULISTA. Me siento afortunada de tener al mejor ídolo del mundo. Sus derrotas me llenan de rabia, pero sus goles siempre me darán la vida.
Y así, tal cual, sin despeinarme, como Raúl en la foto, con cara de haber acabado de hacer lo más fácil y sencillo del mundo, así, acabo mis palabras. Raúl, eres el mejor del mundo. Lo escribo sin despeinarse y orgullosa.

Fotografías: EFE

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