26 de julio de 2011

Un año sin ti

Un año sin verte vestir de ese blanco inmaculado que tanto adoramos los madridistas. Un año sin ver como besar tu anillo vestido de madridista. Un sin verte jugar en el mejor equipo del mundo. 365 Días raros, muy raros. No se termina uno de acostumbrar a no ver a Raúl en las alineaciones del Real Madrid. Aún me pasa a veces que veo el 7 de Ronaldo rondando por el área y pienso en Raúl. Al menos es un consuelo pensar que el ‘7’ fuera a parar a manos del mejor sucesor posible desde mi punto de vista. A manos de ese que siempre lucha y nunca se detiene hasta que consigue lo que quiere. Y la prueba son los 41 goles en Liga.
No me acostumbro a verte jugar rodeado de alemanes, no me acostumbrado a escribir el nombre de Veltins Arena en lugar de Santiago Bernabéu. No me acostumbro a leer “los de la cuenca del Rurh” en lugar de “los de Chamartín”, y nunca lo haré.
No lo haré porque no verte vestir de blanco es simplemente raro. Toda la vida dijiste que el día que no te quisieran te irías, pero jamás que habría alguien dentro del Real Madrid que no te quisiera.
Aquel 26 de Julio fue como la ‘muerte’ de una crónica ya anunciada. Todos (creo yo) sabíamos en el fondo que ibas a abandonar el Real Madrid. Pero era más fácil pensar que eso era una posibilidad más que existía pero que no iba a suceder y que la de seguir en el Bernabéu era la más real.
Cuando llegué a casa y conocí la noticia no me sorprendió. Guti ya se había despedido el día anterior y estaba claro que tú serías el siguiente.
Sé que algún día y volverás a vestir la elástica blanca con los veteranos, que serás directivo y quién sabe si quizás llegues algún día a presidente. Yo creo que estás predestinado a ello. Representas todos los valores del madridismo y no habría nadie mejor que tu para encarnar esos mismos valores en la presidencia.
Conocer ahora que el tal Rangnick lo ve falto de chispa en la delantera me parece un insulto a todo lo que Raúl sacrificó hace un año saliendo del Real Madrid. Me parece un insulto a un futbolista que ha sido incluido en el Once Ideal de la última Liga de Campeones. Pero así es el fútbol, no todos los vemos igual, y hay algunos que simplemente no saben apreciar lo que tiene.
Un año después de tu marcha me conformo con verte seguir marcando goles, me da igual que sea de blanco, de azul, de rojo o de verde. Si el año que viene cambias de aires y te vas a Inglaterra, pues también te seguiré. Si por algo decides retirarte, lo respetaré.
Siempre respetaré tus decisiones, porque todas las alegrías que me has dado estos últimos 17 años solo se pueden devolver con gratitud y respecto desde mi persona. Gracias por ser como eres y por no cambiar. Te seguiré allá donde vayas y ya allá donde marques.
Como ya dije el 24 de Abril, cuando se cumplió el aniversario de tu último gol como madridista,
¿Si un año sin se te ha hecho largo, como será el resto de mi vida?

Al menos me queda el consuelo de pensar que en estos dos años ya has ganado dos títulos más para tu amplio palmarés. Quién lo iba a decir, tienes más títulos que el Real Madrid de Mourinho.

Año I después de Raúl

Un año, con su 365 días, es lo que ha pasado desde aquella calurosa mañana de julio en la que estrené mi nueva camiseta de Raúl para despedir a mi siete con lágrimas inconsolables en un estadio que jamás le olvidará. Desde que Raúl bajó las escalaras del palco hasta que le perdí de vista camino de los vestuarios. Lágrimas. Todo fueron lágrimas. Sus palabras. El vídeo de despedida. Sus gestos. La afición. Sus lágrimas. Todo fueron lágrimas.

Y todo parecían ser lágrimas con nuestro siempre siete a tantos kilómetros de allí. Solo sus goles made in Raúl de su debut nos hicieron soñar. Pero empezó la Bundesliga y despertamos. Acabamos luchando, cual minero, porque nuestro equipo alemán no bajara. Sin embargo, seguimos celebrando rulogoles que nos alegraban la semana. Seguimos viendo como, pasito a pasito, el Schalke de nuestro Raúl se hacía un hueco en la final de la Copa de Alemania. Y vimos como, contra todo pronóstico, los del Gelsenkirchen se metían en una semifinal de la Champions por primera vez en su historia. Soñamos con la cuarta de Raúl. Soñamos con un Real Madrid-Schalke en la final. Soñamos y despertamos. Pero despertamos con Raúl como máximo goleador de la Champions y de las Competiciones Europeas. Solo por eso valió la pena verle poner rumbo a Alemania.

Y todavía nos aguardaba aquella final. Ganada por goleada. Aunque lo que jamás olvidaremos fue aquella celebración. Un Raúl feliz, radiente, sin separarse de su bandera de España y tirando de todo su equipo, al igual que hace en el campo, nos puso lo pelos de punta. Este era el Raúl que queríamos ver, este era el niño que amaba el fútbol que nos conquistó a todos. Y ahora él solo estaba conquistando a Alemania entera.

Se fue de vacaciones con el trabajo hecho. Al volver nos esperaban más alegrías. Otra final ganada, por penaltis. Sufriendo de nuevo. Otra sonrisa de Raúl y las pilas cargadas para empezar su segunda temperada en la Bundesliga. La suya y la de todos los que le seguimos a cada paso que da.

¡Y tanto que le seguimos! Si no olvidaré este año I después de Raúl es gracias a la Champions, a Lisboa y a Valencia. Viajé hasta el país vecino para ver como Raúl y su equipo pasaban la fase de grupos ganando al Benfica. Viajé hasta la costa para ver como Raúl se señalaba el siete en Mestalla y daba vida a la eliminatoria. Y para darle las gracias, pedirle una foto, que me firmara su camiseta y hablar con él dentro del hotel a la 1:00 am. El tiempo se quedó parado en aquel instante. Los sueños se volvían hacer realidad y es gracias a ese momento, que tengo en mi cuarto una foto con Raúl en la que me está regalando su sonrisa.

Un año descrito en párrafos desordenados, en emociones dificil de plasmar juntando sílabas, en ilusiones y sueños que hacen palpitan mis dedos y que golpean el teclado casi sin sentido. Un año inolvidable que nos ha dado portadas de periódico, sufrimiento, alegrías y la razón a todos aquellos que llevamos tatuado el raulismo en el corazón.

Pero da igual lo años que pasen, el Santiago Bernabéu seguirá echando de menos a su capitán. La afición coreo su nombre cuando marcó en Champions al Inter de Milán; cuando se ganó la Copa del Rey, aquella que le faltó ganar con el Real Madrid; cuando se volvió a Cibeles, la diosa también le echa de menos. Yo lo haré siempre, y corearé su nombre hasta que el fútbol deje de existir.

24 de julio de 2011

Raúl, supercampeón de Alemania

Campeón. Nuestro siete es de nuevo campeón, y mucho más que eso. Supercampeón. Supercampeón de Alemania, ese país donde está volviendo a disfrutar del fútbol y nos está volviendo a conquistar a todos.

Su segunda conquita fue la Supercopa de Alemania. A las 20.30 horas empezaba el partido y allí estaba yo. No hay mejor plan un sábado por la tarde noche de julio. Para mí. Un canal alemán me muestra a mi siete en mi gran pantalla del salón y, además, me enseña el idioma. A mí con que nombre a Raúl y yo entenderlo, soy feliz.

Va a empezar su segunda temporada en la Bundesliga pero la cosa no cambia. Se sufre, mucho. Se da gracias a los postes de la portería por no ir perdiendo. Se falla.

La defensa incluso toca, ¡toca la pelota!, pero sigue dando el mismo miedo que el año pasado. Ya no está Neuer, pero su recambio sigue siendo el salvador de los partidos del Schalke.

Pero Raúl sigue siendo el mismo. Hay cosas que no cambian. Baja a defender, se roba el balón. Le hacen falta y va al suelo. Se levanta feliz, con sonrisa de pillo. A trote vuelve a su área. Sabe que ha hecho lo correcto. Sabe que ha hecho lo que mejor sabe hacer, ayudar a su equipo, dejarse la vida por su equipo.

Con chispa, mucha chispa. O no poca. Eso debió pensar su nuevo entrenador, que no prescindió de Raúl en ninguno de los 90 minutos de partido. Y, además, fue elegido como el quinto tirador de los penaltis. Suyo podría ser el lanzamiento definitivo.

Pero no lo fue. Aunque si hubo penaltis. El partido acabó 0-0 y así, sin más, sin anestesia, penaltis. Creo que no ser la única que desde España sufría y se mordía las uñas de los dedos. Raúl en la lista. Cinco penaltis cada equipo. Un estadio lleno de mineros deseosos de ver a su equipo levantar la Supercopa contra el campeón de la Bundesliga del año pasado. Igual de deseosos que yo de ver a Raúl hacer doblete en sus primera temporada en Alemania.

El salvador del partido para el Schalke también fue el salvador de los penaltis. Le vimos parar dos lanzamientos y quitar a Raúl su lanzamiento para proclamarse campeón. Ya no hacía falta el quinto penalti. Ya eran campeones. Pero sí le vimos tirar el penalti a Jurado, ¡y qué penalti! También vimos al portero a hombros y disfrutar de la afición como jugador del partido.

Disfrutaron todos. Alzaron de nuevo otra copa al cielo. Vimos banderas españolas en la grada, vimos sonreir a Raúl. Con chispa, mucha chispa. Y sentimos que el fútbol está de nuevo aquí y ha venido con un trofeo debajo del brazo para Raúl, que ya lleva 18. ¿La Bundesliga? ¿La Europa League? No sé cual será el siguiente, pero a Raúl le queda una temporada por delante y no se va conformar que lo que tiene. Nuestro siempre siete siempre quiere más.


Foto: @AlexBaumjohann

2 de julio de 2011

Historia de una bandera

El pasado 21 de mayo, a muchos, Raúl nos hacía muy, pero que muy felices. La Copa. Por fin la Copa. Raúl ganaba único de los títulos que se le había resistido en el Real Madrid en su primer año en Alemania. Pero ahí no acababa todo. El árbitro pitó el final y nuestro siempre siete se acordó de lo suyos, de su tierra. Vió una bandera de España en primera fila del Estadio y dijo: ésta es la mía. No era un bandera cualquiera, en ella Raúl y todo pudimos leer: Raúl eres el mejor, regálame tu camiseta y seré muy feliz.



Cumpliría su promesa, pero primero le tocaba disfrutar como un niño pequeño de su primer título alemán. Le vimos levantar la Copa, cantar y celebrarlo por todo lo alto con sus compañeros. Y le vimos llevar esa bandera de España orgulloso por cada rincón del césped. Cuando acabó la celebración, Raúl se acordó de su promesa. Y, a cambio de aquella bandera de la que todo pudimos disfrutar durante la celebración, Raúl le dio su camiseta. Y sí, aquella chica acabó siendo muy feliz. Al igual que todos los raulistas que vimos a nuestro capitán volver a levantar un título y nos dimos cuenta con gestos como estos que acertamos de pleno cuando elegimos a nuestro ídolo.